Un poco de historia sobre los patrones de Fontioso:
Santa Columba (Hispania, h. 257- decapitada ¿en Meaux?, 273) fue una virgen mártir cristiana considerada santa. Su fiesta se celebra el 31 de diciembre.
Su historia es bastante legendaria. A los dieciséis años de edad, huyó de Hispania para marchar a la Galia con la finalidad de escapar a las persecuciones del emperador Aureliano, fue localizada y apresada. Mientras estaba en prisión, uno de los guardias de la prisión intentó violarla. Un oso que se usaba en un anfiteatro cercano atacó al guardia y la rescató. Sin embargo, más tarde fue martirizada en Meaux.
La condenaron a morir en la hoguera, pero, al resistir a las llamas, la degollaron en un bosque cercano. Donde cayó su sangre creció un arroyo.
Se construyó una capilla en la tumba, seguida más adelante por la abadía de Sens. Sus restos aparentemente se encuentran (o se encontraban) en Rímini (Italia).
En el arte, está representada como una doncella coronada encadenada. A veces puede:
- tener un perro o un oso encadenado
- sostener un libro y una pluma de pavo real,
- estar con un ángel sobre una pira funeraria,
- estar decapitada
Su beatificación tuvo lugar el 14 de abril de 1619, y tres años más tarde, el 12 de marzo de 1622, el Papa Gregorio XV lo canonizaría. Sin embargo la muerte del Pontífice hizo que se retrasara la expedición de la Bula de Canonización de San Isidro "Rationi Congruit" hasta el 4 de junio de 1724, firmada por Benedicto XIII.
Parece ser que una de las primeras ocupaciones de Isidro fue la de pocero, o sea, cavar pozos, al servicio de la familia Vera hasta que se trasladó a trabajar a Torrelaguna, donde contrajo matrimonio con una chica del pueblo llamada María Toribia, conocida más tarde con el nombre de Santa María de la Cabeza, también declarada santa. Fruto de su matrimonio tuvieron un hijo llamado Illán.
Sobre su figura se han vestido muchas narraciones populares. La más conocida de ellas es la que nos presenta a un hombre muy piadoso que muy a menudo tenía que soportar las burlas de sus vecinos porque cada día iba a la iglesia antes de salir a labrar el campo.
También es conocida "la olla de San Isidro". Se cuenta que cada año el santo organizaba una gran comida popular donde eran invitados los más pobres y marginados de Madrid. Sin embargo, en una ocasión el número de de presentes superó lo previsto y la comida que habían preparado no llegaba ni a la mitad de los convocados. Isidro metió el puchero en la olla y la comida se multiplicó "milagrosamente", hubo para todos y más.